Chile es visto como uno de los países más seguros para vivir e invertir de Latino américa. Por ello, muchos que optan por migrar tienen la esperanza de encontrar en Chile una vida de bienestar.   No es fácil vivir en un país distinto, muchas veces las barreras del idioma y la cultura dificultan aun más la integración.  Parece ser que Chile tiene mayor facilidad para una integración comercial que de las personas.  El domingo 16 de diciembre en la sección de actualidad jurídica del diario El Mercurio, se publicó una crítica a la legislación migratoria y se señaló que tenía deficiencias en su enfoque a los Derechos Humanos, la autora sostuvo que urgía un cambio normativo pues, dicha ley fue creada con el propósito de “evitar la entrada de elementos peligrosos” es decir terroristas al país, y fundamenta que los “malos tratos” que recibe un inmigrante encuentran asilo en dicha normativa.  Creo que, si bien la autora puede encontrar en dicha ley un elemento para fomentar la discriminación, no es menos cierto que lo que verdaderamente le hace falta a Chile es considerar las ventajas de una política de integración regional.  Una mentalidad como la de la Unión Europea, donde tanto el intercambio de bienes, capital y personas es bienvenido.  Lo anterior no es fácil por razones históricas de conflictos con nuestros vecinos, sin embargo, avanzar en ello como país es la mejor manera de garantizar un trato digno para todos aquellos que ven esperanza de un mejor futuro  en un país como es Chile.